Kanatú S.A.
La fabricación de televisores, que vendíamos mayoritariamente en el interior del país dada la fuerte imagen de calidad y tecnología que
tenían allí la marca INGEA, me llevó a contactarme con un comerciante de Villa Adelina que compraba algunos televisores; este me indujo a
abrir en conjunto un local de venta de audio y televisión en San Isidro, al no integrar su aporte quedé como único dueño y debí
hacerme cargo del mismo; este negocio fue KANATÚ.
Previo a la guerra de Malvinas los pequeños campos que habíamos comprado habían aumentado fuertemente su valor en dólares; mi
decisión fue que era un buen momento para vender; y utilizar el capital para otro negocio. Mi familia se opuso a la venta de los
campos; es importante aclarar que si bien yo decidía y tomaba una serie de decisiones empresarias, la empresa era de mi padre y además
trabajaban en ella otros dos hermanos míos.
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Yo entendí que esta decisión de mi familia no era adecuada y la necesidad futura de
discutir todas las decisiones importantes en conjunto, amén de parecerme que me
quitaba agilidad, lo sentí como una falta de confianza.
Es así que con el ímpetu que da la juventud decidí apartarme de la empresa de mi padre
y mi familia y continuar solo con KANATU, que había abierto la primer tienda, dejándole a mi familia sus propiedades. Decisión que jamás
habría tomado de tener la experiencia de vida que hoy tengo, en esa decisión de juventud primó equivocadamente el orgullo y la soberbia.
Es así que KANATU comenzó con un local de venta de TV audio y video donde se vendían los equipos de audio más sofisticados de aquella
época, como Pioneer, Technics, Akai y Sony entre otros. Las constantes devaluaciones llevaron los productos a valores inaccesibles
en pesos, por lo cual decidí ir convirtiendo el stock para transformar a KANATU en una tienda de venta de electrodomésticos.
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Ahora bien, debí definir en este nuevo rubro que era más masivo y competitivo cual debía ser
el perfil para ser exitoso en el mercado.
Es así que fijé una política de precio muy agresiva, y a su vez cree una nueva sociedad (DREIFIN) para
financiar el consumo.
El resultado de estas políticas fue que en el primer local que estaba ubicado en Av. Centenario 448, San Isidro,
de ser un local con poco transito de público, dado que los productos de audio eran para un publico muy selecto,
pasó a ser un foco de atracción tal que atendíamos a más de 100 clientes por día.
Esto fue generando un proceso de expansión que me llevó a abrir más tiendas; es así como fui abriendo
tiendas en Boulogne, San Miguel, Martínez, Alto Palermo, Belgrano, Unicenter, Villa del Parque, Tribunales,
Lomas de Zamora, San Justo, tres tiendas en Córdoba, Liniers, alcanzando en el año 1989 las 17 tiendas.
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Es interesante puntualizar que a esta fecha ya KANATU era visto por el mercado como una de las
cadenas de más potencial, es la única que había crecido en esa magnitud en tan corto plazo.
Es más su imagen de marca se había consolidad en el público a tal punto que su logo, que era un
enchufe, era recordado como sinónimo de electrodomésticos.
Recuerdo como un día sorprendido ante la llamada de un conocido me enteré que en el juego de
mesa Carrera de Mente una de las preguntas era “cual es la tienda de electrodomésticos que se
identificaba con un enchufe”, la respuesta es KANATU.
Para mí KANATU fue un gran desafío; por una parte debía demostrarme a mi mismo que el éxito que
había tenido conduciendo la empresa de mi padre era capaz de repetirlo en la empresa que
había fundado.
Además durante el tiempo que trabajé en INGEA yo había ganado dinero no solo con la fabricación
de productos, sino que además por mis conocimientos financieros y mi intuición me había anticipado
a la inflación y había participado del proceso de transferencia de riqueza que la misma genera,
beneficiándome.
Esto me había dejado un sinsabor de tal magnitud que cuando replanteé el futuro de KANATU para convertirla en tienda de electrodomésticos
mi objetivo contemplaba transferir todo el producido del proceso inflacionario a los compradores, y yo solo quedarme con el porcentual
inicial establecido sobre el precio sin incremento.
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Era como una necesidad de mi conciencia de devolverle a la gente lo que sentía había ganado injustamente
cuando conducía INGEA.
Esto hizo que el slogan de KANATU fuera “KANATU GANA MENOS Y TRABAJA MÄS”.
Los clientes asociando el nombre con el slogan y los bajos precios que teníamos, preguntaban si los
dueños eran japoneses.
Esto también se manifestaba en la publicidad gráfica en la cual en las épocas difíciles de inflación
durante el gobierno del Dr. Alfonsín los avisos incluían o la sentencia "Son momentos difíciles,
seamos solidarios” o la sentencia “El único bien posible es el bien común”.
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