24/01/2013 |
Antonio Clímaco Dos Reis. Su llegada a Argentina |
No resulta extraña su elección.
Su ya conocida posición contra la esclavitud y la trata de personas hacía de Buenos Aires un
sitio más propicio, dado que en Argentina había sido abolida la esclavitud un largo tiempo atrás,
en 1813.
Posición ética que había denunciado anteriormente en sus escritos en Azores y en Río de Janeiro
(la esclavitud fue abolida en Brasil recién en Mayo de 1888, con la sanción de la ley Áurea).
Su arribo a Buenos Aires se produce a finales de la década del ’70 del siglo XIX, en las
postrimerías de la presidencia de Nicolás Avellaneda y en vísperas de la de Julio A. Roca.
Vino a Buenos Aires ejerciendo la representación del influyente diario “O Paiz”, que mantiene
hasta 1914. O Paiz era un importante periódico matutino de Río de Janeiro dirigido por su amigo Quintino Bocaiuva,
y posteriormente por Enrique de Souza Lage [al asumir Bocaiuva el Ministerio de Relaciones Exteriores en 1889.
Quintino Bocaiúva fue Ministro de Relaciones Exteriores 1899-1891 del Primer Gobierno Republicano de Brasil, Senador
en 1891, renuncia para regresar a dirigir el diario “O Paiz”, reelecto Senador en 1899, Presidente del Estado de
Río de Janeiro 1900-1903, Senador en 1903-1909, Vicepresidente de la República 1909-1912, año en que fallece], que fuera
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publicado hasta el fin de la Primera República, es
decir hasta la Revolución de 1930; la clausura de
“O Paiz” sería el presagio de la dictadura fascista de
Getulio Vargas.
Se incorpora al diario “La Crónica” de los hermanos
Gutiérrez (José María Gutiérrez, Ricardo Gutiérrez,
Carlos Gutiérrez y Eduardo Gutiérrez creador de Juan
Moreira), y luego pasa a desempeñarse en “La Patria
Argentina” de los mismos editores.
Cuando Manuel Lainez funda “El Diario” en Septiembre
de 1881 se incorpora a su redacción como Director.
Permanece en la Dirección del combativo El Diario
durante 33 años, y a cuya redacción perteneció como
decano hasta su muerte poco antes de festejar sus
50 años como periodista.
Completaba sus actividades periodísticas como corresponsal de diarios de Brasil, Uruguay y Chile. También ejercía funciones
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en la “Agencia Americana”, como redactor
telegráfico; de joven percibió que el empleo
de la tecnología más avanzada permitiría que
las noticias llegaran rápidamente, por lo
cual fue el promotor del uso del telégrafo,
y ayudó así a darle forma a las primeras
agencias de noticias, como la Agencia
Americana.
Desde su labor de periodista y Director de
El Diario, y además como corresponsal en
Buenos Aires de diarios del exterior, asistió
como testigo privilegiado de episodios de
singular importancia en la historia de Argentina,
su patria por elección; entre los más
destacados podemos mencionar que fue testigo
de la asunción del gobierno nacional por la
generación del ’80, del vertiginoso crecimiento
del país a partir de eses entonces, de los
cambios sociales que se producen por la
inmigración masiva que recibe Argentina en el
Siglo XIX, de la designación de Buenos Aires
como capital federal de la Nación, de la
sanción de la ley de educación común, laica,
gratuita y obligatoria, de la Crisis del ’90,
de la revolución del ’90, de la aparición de
nuevos partidos políticos, de los primeros sindicatos, en fin de toda la historia que transcurre bajo su mirada entre
1880 y 1914 año en que fallece.
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Sobre el estilo literario de
Antonio Clímaco Dos Reis fue dicho:
“Se cree aquí que los americanos estamos
imbuidos exclusivamente en la literatura
francesa, i sin saber que nos hacen su
visita provechosa todas las literaturas
extranjeras.
Se entiende que hablo de Buenos Aires.
Sin salir de nuestro periodismo—
guardando las distancias—no se sospecha
que hay un Ebelot, francés,
un Ceppi, italiano, y en sus puestos
consiguientes, un Loweinstain, inglés,
un CLIMACO DOS REIS, portugués, que
escriben castellano en nuestros
periódicos sin que se les note el acento.”
Y la lisonja proviene de la pluma de
un icono de las letras de habla hispana:
Rubén Darío
[ESPAÑA CONTEMPORÁNEA, RUBÉN DARÍO,
Página 219 ].
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Tuvo ocasión de participar activamente de aquellas polémicas desarrolladas en el seno de la Comisión Central
Cooperadora del Instituto Geográfico Argentino, presidida por el Dr. D. Estanislao S. Zeballos, cuando el General Mitre
y el Dr. Guillermo Rawson discurrían sobre la entonces proyectada expedición al Polo Sur. Como un anticipado a su
tiempo trató de impulsar desde el año 1890 que Argentina debería ser el primer país en hollar la Antártida y tocar
el Polo Sur; cuando Argentina sentía que emulaba a los países mas avanzados de la tierra, el insistía que no era
posible que no fuera Argentina el que primero pisara el Polo Sur, anticipándose así a lo que posteriormente
lograría Amundsen en 1911 plantando la bandera noruega, ni siquiera este evento convenció a las autoridades de la
importancia de este hito para Argentina que recién con otras generaciones, con otra capacidad para entender
los aspectos geopolíticos para la patria, concretara lo que Antonio Clímaco Dos Reis peticionó a las autoridades
antes que nadie.
En la Sociedad Literaria Colombo de Montevideo polemizó con el Dr. Hernando Pozos sobre las influencias de las
Misiones en la civilización de los indios, debate en el que sostuvo su conocida posición anti esclavista, tal
como denunciara en reiteradas ocasiones previas.
En 1892 contrae matrimonio en Buenos Aires con Carolina Garzoli, y poco después nace su hijo Miguel Ángel,
la primera generación de argentinos de su descendencia.
Estuvo vinculado a amplios círculos de la sociedad de Buenos Aires. La mesa de su hogar tuvo nombradía como
sitio de reuniones de periodistas, artistas, diplomáticos, literatos, etc.
Su fama como sibarita era amplia, y así fue que en las fiestas del Centenario Argentino, realizadas en 1910
integró un jurado gastronómico que reunió verdaderas notabilidades del arte culinario, que contaba al
famoso Blas Mango, que era el encargado de los grandes banquetes oficiales de la época.
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