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				 				A su vez, estando en este colegio, entusiasmado por la idea 
 
de Don Bosco de lo que el deporte producía en la juventud,  
 
"mens sana in corpore sano" siguiendo el liderazgo del Padre 
 
Norberto Chindemi, acompañé el proceso de fundar una asociación 
 
para desarrollar estas actividades y el amor por el deporte en 
 
la juventud. Esta Institución fue el Ateneo Don Bosco, donde nos 
 
iniciamos en el deporte del rugby y del cual quedé entre los  
 
socios fundadores, participando en los torneos de la Unión  
 
Argentina de Rugby de quinta, cuarta y reserva, entre otros  
 
deportes. Organizamos también campeonatos de atletismo entre los 
 
Colegios Salesianos, en alguno de los cuales tuve además la suerte 
 
de participar.         
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								Ateneo Cultural y Deportivo DON BOSCO 
 
El crecer disfrutando del deporte en El Ateneo fue un real proceso formativo.    A los catorce años de edad, jugar al rugby en 		 
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				 				un equipo que justamente por ser nuevo  
 
acostumbraba a perder los partidos, ayudó 
 
a probar mi carácter en el disfrute de la 
 
sana competencia, más allá de los resultados. 
 
Jugábamos de locales en la cancha de  
 
Deportiva Francesa en Del Viso, la que nos 
 
enseñó lo que es la fraternidad al acogernos 
 
en ese proceso formativo como si fuera nuestra  
 
propia casa; viajábamos en tren y caminábamos  
 
desde la estación del Viso hasta la cancha, 
 
debiendo atravesar el gran vado que era en  
 
ese momento la Panamericana aún no construida, 
 
llenándonos a veces de barro en ese tránsito,  
 
tanto a la ida como a la vuelta del partido,  
 
era una verdadera epopeya. 
 
Jugaba normalmente en la posición de segunda  
 
línea. Aprendí a ser firme sin ser violento, 
 
jamás apliqué una trompada a un oponente a  
 
pesar de la impotencia que tantas veces  
 
sentíamos ante el poderío del rival. 
 
A medida que pasaban los años el equipo y el Club se fueron afianzando al igual que yo como jugador. En el año '69 y a principios  
 
		 
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				 				del '70 jugaba ya en la reserva, que era nuestra primera, pero no por eso - cuando los  
 
horarios y días de juego lo permitían- dejaba de colaborar con las formaciones de  
 
cuarta y quinta. 
 
 
 
En esa época tuve la suerte de conocer a Ángel Guastella y Alberto Camardon que  
 
convocados por Norberto Chindemi dieron algunas charlas para imbuir el espíritu del  
 
Rugby en los jóvenes jugadores del Ateneo Don Bosco. 
 
 
Hacía dos años que el equipo por ellos dirigido había plantado el sueño del  
 
rugby argentino en Sudáfrica, con lo cual esas vivencias impactaron muy fuertemente  
 
en mi adolescencia. 
 
		 
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En estos últimos años reviví todos esos momentos, ya que tuve la gran oportunidad  
 
de editar el libro "LA LEYENDA PUMA" que escribió Norberto Chindemi (se puede ver  
 
en www.laleyendapuma.com.ar) 
		 
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